El arquitecto Luca Brunelli es uno de los profesionales de este sector que aboga por la creación de este nuevo concepto. Con palabras de Brunelli «sería ideal que los especialistas del mundo de la arquitectura y de la salud trabajaran conjuntamente para defender un derecho primordial, la vida sana». Y es que el bienestar y la salud implican no solo el bienestar objetivo (renta, educación, ocio, transporte…) sino también el bienestar subjetivo. Es decir, la experiencia interna de cada uno sobre cómo se siente y su grado de satisfacción con la vida.
Por esto se vuelve de vital importancia identificar las características que tendría un entorno saludable y así poder aplicarlas en nuestra cotidianeidad. Desde el campo de los psicólogos esta labor se enmarcaría dentro del ámbito de la psicología positiva, siempre con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas, para prevenir la aparición de trastornos mentales y para mejorar la vida de aquellos que ya padecen alguna patología.
Algunas de las características más importantes para conseguir un ambiente saludable son las siguientes:
La luz
La luz influye positivamente en nuestro estado de ánimo, sobre todo si se trata de la luz natural del sol, aunque hay que tener en cuenta que es importante respetar el ritmo circadiano de 24 horas para que el cerebro no altere la secreción de hormonas que asegura un buen descanso (melatonina y cortisol). «El reloj biológico, o ritmo circadiano, influye en las fluctuaciones en la atención y la conducta, la producción de hormonas, la temperatura corporal, el metabolismo y, lo más evidente, en el ciclo de sueño/vigilia». Afirma la investigadora adjunta del Instituto de investigación en luz, ambiente y visión, Graciela Tonello. Los datos de investigaciones en esta área contribuyen a aliviar, por ejemplo, sintomatologías asociadas al jet lag, trabajos nocturnos o a identificar los horarios más adecuados de ingreso a la escuela y al trabajo.
Es por eso que es importante disponer de entornos luminosos pero evitar a la vez demasiada luz cuando no es necesaria, lo que pasaría a considerarse contaminación lumínica. Como se afirma en el reportaje «El lado oscuro de la luz», «la luz es el principal sincronizador del sistema circadiano y, por tanto, es importante que el día sea día y la noche sea noche, lo que implica exponerse a luz brillante (que no tomar el sol) durante el día y hacer un uso adecuado de la iluminación en el interior de los edificios. En exteriores habría que recomendar aquellas lámparas en cuyo espectro se encuentre reducida la banda del azul (lámparas de sodio a baja presión)».
Por otra parte, la influencia de la luz en el estado de ánimo podría estar explicada por la presencia de serotonina en el cerebro, un neurotransmisor que induce estados de felicidad y satisfacción y que parece aumentar rápidamente sus niveles tras la exposición a una intensa luz solar.
Los colores
Otro factor importante en nuestro entorno que influye en nuestro estado de ánimo es el color. Existen ya numerosos estudios acerca de las emociones que evoca cada gama de colores. De hecho, se considera un campo dentro de la psicología, la psicología del color, el precursor de la cual fue el poeta y científico Johann Wolfgang von Goethe. Este difería de la visión original de Newton (meramente física) y afirmaba que el color comprende un proceso que implica tanto a los mecanismos del sentido de la vista como otros relacionados con la percepción, dándole un matiz más subjetivo.
De esta forma, si conocemos qué emoción transmite cada color podemos usarlo en nuestro beneficio. Según este criterio emoción-color, podemos agrupar estos en dos grupos:
- Colores cálidos. Serían los rojos, anaranjados, amarillos, algunos verdes y violetas. Estos producen efecto excitatorio, como activación de la respiración y subida de la tensión. Estos animan psicológicamente.
- Colores fríos. Serían los azules, verdes, grises y algunos amarillos y violetas. Estos son relajantes. Transmiten tranquilidad.
Saber esto puede ser muy útil para adaptar los espacios a nuestras necesidades. Por ejemplo, los colores cálidos se pueden utilizar en lugares de ocio como restaurantes, bares, etc., donde la gente lo que busca es animarse. Por otra parte, los colores fríos serán una buena opción para lugares donde la persona necesite relajarse como hospitales, escuelas o la habitación donde duermes. De hecho, estas medidas ya se empiezan a implantar como herramientas complementarias en salas de espera de hospitales, en plantas de oncología, etc.
Naturaleza
En este caso, al contrario que la luz y el sonido, se podría decir que el hecho de vivir cerca de espacios verdes solo puede aportar cosas buenas.
En el Encuentro de la Universidad Menéndez Pelayo celebrado en Mahón en 2011, los ponentes reunidos bajo el lema «Urbanismo y salud pública. Planificación urbana saludable» resaltaron la necesidad de que las zonas con naturaleza estén al alcance de los ciudadanos: el acceso a zonas verdes, que estén a una distancia a la que se pueda llegar a pie, reduce los niveles de cansancio mental.
Pero no solo en el exterior, también son conocidos los beneficios de tener plantas en el interior de las viviendas. Estas aumentan la concentración de oxígeno-hemoglobina en la corteza prefrontal, una respuesta que se encuentra relacionada con la disminución de la ansiedad y el estrés.
Los beneficios de tener plantas en casa son muy numerosos. Algunos de los principales son: limpian el ambiente absorbiendo humos y gases mediante la fotosíntesis, reducen las radiaciones, las más frondosas son capaces incluso de absorber los ruidos, tienen efectos beneficiosos para la piel e, incluso, hay algún estudio que afirma que estimulan la concentración en el trabajo.
La arquitectura
Una de las últimas novedades que se están estudiando en relación a este tema de espacios saludables es la influencia del tipo de arquitectura en nuestro estado de ánimo. Profesionales del sector de la arquitectura y de la salud trabajan juntos para determinar los aspectos del entorno construido (no solo del natural) que influyen en el bienestar.
Aunque hablemos ahora del entorno construido, de hecho, lo que se pretende con esta nueva tendencia es precisamente que el espacio edificado sea lo más parecido al natural, que es lo que se ha descubierto que aporta mayor beneficio.
Los pertenecientes al campo de la psicología ambiental reconocen que las personas, a pesar de vivir en espacios urbanizados, en la mayoría de casos albergan un deseo de estar en contacto con la naturaleza. Esto parece estar explicado por la función adaptativa que cumple el estar cerca de entornos naturales ya que aporta numerosos beneficios a la salud.
Es por eso que se empiezan a implantar en muchas empresas, cafeterías y hospitales estas medidas, adaptando el entorno a estas necesidades e introduciendo elementos naturales como plantas, paneles con paisajes naturales, grandes ventanales con vistas al exterior, luminosidad, muebles de madera, etc. Todo con el objetivo de que el interior sea lo más parecido al exterior, utilizando la arquitectura para humanizar.