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Al hablar de construcción de casas pasivas lo estamos haciendo, seguramente, de las construcciones del futuro. O, quizá, de las únicas construcciones que garantizan un futuro. Y es que las casas pasivas, también conocidas como Passivhaus, son edificios con una gran eficiencia energética combinada con recursos de la llamada arquitectura bioclimática con una única intención: crear un espacio de temperatura regulada y constante durante todo el año y que sea sostenible desde un punto de vista energético. Una casa ecosostenible, en definitiva.

La Casa Pasiva o Passivhaus es un estándar de construcción que surge en Alemania a principios de los años 90. Su secreto consiste en combinar un elevado confort interior con un consumo de energía muy bajo, casi nulo, y a un precio muy asequible que permite amortizar la diferencia de inversión con respecto a un edificio normal en un plazo muy corto de tiempo.

Los edificios pasivos utilizan recursos de la arquitectura bioclimática combinada con una gran eficiencia energética. Minimizando el uso de sistemas convencionales de calefacción y refrigeración, son edificios pensados para aprovechar al máximo la luz y la radiación solar, con un altísimo aislamiento y una renovación del aire a través de un sistema de ventilación con un recuperador de calor.

Se trata de un concepto energético aplicable a cualquier tipo de diseño arquitectónico y cualquier sistema constructivo. Escoger lo que hoy en día es una opción para que el día de mañana no sea una necesidad.

Por arquitectura bioclimática entenderemos aquella que aprovecha las condiciones ambientales del lugar donde se va a erigir el edificio (en razón a la meteorología, la lluvia, las condiciones habituales de viento o incluso la vegetación) con el fin de reducir el consumo de energía.

Es una forma particular de construcción ecológica, una con la que se controlan las emisiones de dióxido de carbono, se obtienen interiores con una iluminación natural y se logra, en definitiva, una reducción del consumo energético.

Las consecuencias de aplicar estos principios son las viviendas que, siguiendo la denominación alemana, muchos llaman Passivhaus.

Esto es, edificios prácticamente sostenibles (o sostenibles por completo) cuya creación doctrinal se remonta a los años ochenta, y que se han venido popularizando enormemente desde entonces en atención, sobre todo, a las ventajas medioambientales que presentan, unidas a un aspecto cada vez más perfilado, atractivo y elegante.

Habitualmente a este tipo de construcciones se les ha achacado que pueden ser algo más caras que las habituales.

En parte es cierto, pero solo en parte, ya que si de salida la inversión inicial puede ser mayor, lo cierto es que el aprovechamiento de los parámetros bioclimáticos de la zona hace que, a la larga, el consumo energético sea mucho menor, por lo que el ahorro será constante, llegándose a amortizar ese sobrecoste inicial. En ciertos casos concretos es posible llegar a conseguir, incluso, una casa completamente sostenible, o un edificio sostenible en su totalidad.

 

Alcanzando la sostenibilidad

 

El punto más importante para lograr esa sostenibilidad es, sin duda, el de la temperatura. Paradójicamente en estos casos las casas sostenibles van a seguir las más antiguas tradiciones arquitectónicas de cada lugar. Orientar las ventanas siempre hacia el sur con el fin de captar el máximo de radiación solar en climas fríos, el tamizado de ventanas (o el uso de parasoles y aleros) y su forma alargada en climas muy cálidos, o el uso de gruesos muros en lugares fríos para lograr un buen aislamiento térmico, eran elementos ya utilizados por la arquitectura tradicional de todas las zonas, que siempre tendía a buscar el mejor aprovechamiento posible de los elementos climáticos del entorno.

Entre otras cosas porque antaño no existían calefacciones ni climatizadores, por lo que hacer el espacio interior habitable era una tarea más ardua que debía lograrse con el ingenio y la ayuda del clima de cada lugar.

Esa tradición se perdió cuando se empezaron a realizar edificios de forma “industrial”, todos cortados por patrones idénticos, o cuando se importaron a ciertas zonas climáticas diseños provenientes y típicos de otras completamente distintas.

Bloques y bloques de piso cuyas características eran, únicamente, ser iguales que los demás, y que aparecían aquí y allá sin mayor planificación que la disponibilidad o no de suelo urbanizable y dinero para financiar su construcción.

Esos edificios resultaban exactamente lo contrario a sostenibles, porque debían combatir artificialmente, mediante el derroche energético, las condiciones que no habían sabido atenuar con su diseño. Y así nos encontrábamos con casas de inspiración holandesa en lugares como Brasil, con cabañas de montaña situadas en las sierras de países mediterráneos y, en general, con una continua transformación del entorno en base a las viviendas que solamente contribuía a terminar con los recursos existentes.

Evidentemente el del aislamiento no es el único aspecto a cuidar en la arquitectura sostenible. Una buena ventilación es también muy importante, y solamente se podrá lograr cruzando las corrientes de aire de una casa. En estos casos hay que saber cuales son los vientos dominantes del lugar y, sobre todo, plantear vanos que estén orientados a más de una dirección, con el fin de que el aire corra de manera natural por el interior del inmueble, sin necesidad de aireación artificial. Solo con estas prevenciones se podrá lograr una adecuada casa ecosostenible.

En la actualidad muy pocas casas han logrado reunir el llamado Certificado del Passivhaus Institut,  que acredita a la casa como auténticamente pasiva. Aunque la tendencia es claramente alcista, nos encontramos ante una industria aún apenas desarrollada.

 

Construyendo casas pasivas

 

La casa pasiva, también conocida como casa solar pasiva, será aquella que combine la arquitectura climática con los aspectos técnicos de eficiencia energética logrando un consumo energético extremadamente bajo gracias al mantenimiento de una temperatura interior constante durante todo el año, lo que no hace necesario el uso de calefacción o climatización. Se tendrán en cuenta a este efecto criterios de aislamiento térmico, protección eólica, ventilación, masa térmica y protección solar.

En los últimos años la mayoría de estas construcciones han venido acompañadas de una potenciación del concepto de energía solar. En otras palabras, muchas de estas casas se convierten en un edificio sostenible al albergar en su techo placas solares que generan energía suficiente como para abastecer a la vivienda e, incluso, tener un remanente posterior. Como media podríamos señalar que el consumo energético en el interior de una de estas casas es entre un 80 y un 90 por ciento inferior al de una casa normal, lo que representa un enorme avance medioambiental… pero también económico para su propietario.

Casas de hormigón pasivas

 

La mayoría de estas casas sostenibles están construidas con un material denominado NEOPOR, que se caracteriza por su capacidad de aislamiento acústico y térmico, y que ha sido desarrollado a partir del poliestireno grafitado y el hormigón.

La presencia de diferentes capas de hormigón de continuo, sin puentes térmicos entre ellas, es la causa de las propiedades tan particulares que se han señalado desde el punto de vista del aislamiento. Son espacios cuya durabilidad está, en algunos casos, garantizada por los fabricantes ante notario por medio siglo. En otras palabras, no debemos pensar en una casa prefabricada de escasa durabilidad y calidad, sino en un edificio pensado, realmente, para durar, producir su propia energía y ahorrar lo máximo posible.

¿Ventajas a la hora de construir estas casas pasivas? Bien, damos por conocidas, y asimiladas, todas las señaladas más arriba especto del consumo energético, la bondad medioambiental y el ahorro a largo plazo que suponen estas casas que respetan los parametros bioclimáticos.

Dejando eso al margen la posibilidad de personalizar total y absolutamente la ejecución, forma y aspecto final de estas casas se convierte en uno de los elementos fundamentales. Su aire modernista, profundamente cool, es otro de los puntos que suelen actuar en favor de una elección de este tipo.

Pero es que además hablamos de construcciones que cuentan con un plazo de ejecución mucho más breve que el de una casa normal.

Además la posibilidad de personalizar la forma, espacio y acabados en estas casas es mucho mayor que en una construcción de entre las que pudiéramos llamar tradicionales. Por último, se puede señalar que a efectos de préstamos, seguros y demás anejados a la construcción de una casa un edificio sostenible sigue las mismas condiciones que otro que no lo sea.

Por último, el aspecto estético de estas casas ha ido variando mucho con el paso de los años. efectivamente, en un primer momento la forma y disposición de las casas dependía mucho de de las posibilidades energéticas, lo que hacía que éstas segundas fueran el elemento fundamental a la hora de edificarlas. En otras palabras, se sacrificaba la estética en pos de un mejor aprovechamiento energético que consiguiera llegar a producir un edificio sostenible. Hoy en día los avances técnicos han conseguido que dicha producción sea mayor con menos espacio y menos instalaciones, por lo que los elementos estéticos han podido adaptarse igualmente. En otras palabras, las casas pasivas de hoy en día tienen diseños modernos y atractivos, llenos de líneas rectas construcciones en cristal, espacios abiertos y, en general, una idea de casas que se asemeja mucho más a lo que acude a nuestro pensamiento en el lujo. Incluso es posible reproducir un diseño de tipo rústico en una de esas casas sin problema alguno, o jugar con la filosofía minimalista para conseguir un espacio perfecto como el que siempre habíamos soñado. No hay nada, absolutamente nada, que no se pueda conseguir en el ámbito estético hoy en día en este tipo de casas. O, en otras palabras, ya no existen excusas para no edificar una casa ecosostenible.

 

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